sábado, 16 de febrero de 2008

Aprender el desamparo

Curioso tema el del hermafroditismo. Después de que ‘Middlesex’ (Jeffrey Eugenides, 2003) se convirtiera en uno de mis libros favoritos, acudí a ver ‘XXY’ (2007), de Lucía Puenzo, con enorme curiosidad. Se trata de la ópera prima de esta realizadora y guionista argentina, quien se hizo con el Gran Premio de la Semana de la Crítica en el pasado Festival de Cannes, gracias a este trabajo.

Siendo sincero, no esperaba que fuese una película sobre el hermafroditismo, al igual que ‘Middlesex’ no es un libro sobre esta cuestión, sino sobre muchas otras. Pero resultó que sí. ‘XXY’ está centrada en las tribulaciones de una chica-chico que desearía poder mostrarse tal y como es, y que va descubriendo los riesgos que esto nos supone en esta (perra) vida. Ahora bien, Puenzo no está interesada en el aspecto médico del asunto porque, al parecer, no ha otorgado un carácter realista, desde ese punto de vista, al personaje protagonista, Álex. La gran virtud de ‘XXY’ es, más bien, la de ofrecernos un atípico relato de adolescencia, esa etapa en la cual empezamos a vislumbrar las zonas más sombrías del mundo adulto y, especialmente, una enfermedad difícilmente curable llamada soledad. “La elección quizá sea que no hay nada que elegir” (El Periódico de Catalunya, 13/01/08), dice Puenzo al hablar de su película. Es en mostrar cómo la/el protagonista se abre camino en medio del desamparo donde el film triunfa plenamente, alejándose de tópicos y melodramas, para tratar el tema con la suficiente distancia y afecto.

Fundamental para imprimir ese carácter es la puesta en escena de Lucía Puenzo, muy medida pero tal vez con un punto de soltura que la distingue de otra reciente directora argentina, Lucrecia Martel (‘La ciénaga’ y ‘La niña santa’), también muy del gusto de un servidor, aunque reconozco que se le pueda achacar cierta rigidez estilística. También crucial resulta la aportación de Natasha Brier, directora de fotografía cuya labor pudimos apreciar en ‘Mi vida sin mí’ (2003), de Isabel Coixet. En esta ocasión, explota los tonos fríos para subrayar el abandono al que Álex se halla sometida, habiendo sido recluida por sus padres en una cabaña aislada desde edad temprana –una vez se hubo descubierto que algo era distinto en ella.

Por último, y sin duda no es lo menos importante, cabe destacar las sensacionales actuaciones del reparto, especialmente la de Inés Efrón, en un dificilísimo papel protagonista. Su desparpajo y mirada llena de crudeza también recuerdan al de la precoz protagonista de ‘La niña santa’, María Alché. Hay en estas jóvenes intérpretes argentinas un punto de madurez y de atrevimiento que me hacen añorar un trabajo así en las jóvenes promesas españolas (¿o será la falta de buenos roles? Humm..). También he vuelto a ver a un Ricardo Darín portentoso, muy por encima de sus primeros papeles conocidos en España. Darín regala una interpretación de madurez plena, eso sí, con un gran personaje, el de padre sobreprotector al que le jode el mundo que nos toca.

En alguna crítica se decía que las metáforas en ‘XXY’ son demasiado obvias. No puedo estar menos de acuerdo. Es decir, por supuesto que son entendibles, pero también portadoras de un sencillo lirismo. Por eso me planteo: ¿por qué esta autoconciencia en el cine actual, que rechaza lo genuino? ¿Supone eso que haya llegado a una etapa de mayor madurez? Francamente, no lo creo así. Si no, el cine clásico no seguiría teniendo la fuerza que transmite. Por eso, hago aquí un humilde alegato a favor de la ingenuidad, si se quiere; para mí, sinónimo de inmediatez y espontaneidad.

Para terminar, un momento de diálogo ciertamente moña, pero que –qué se le va hacer- me pareció muy atinado: aquel en el que Álex/Inés Efrón se pone los auriculares de un amigo y se marca un fantástico bailecito. “Lo bueno de escuchar música por la calle –dice- es que pensás que todos están escuchando lo mismo”. Otro mundo sería ése, en el que todos bailásemos al mismo ritmo.

2 comentarios:

K. dijo...

Firmo ese alegato. Desde luego, me quedo antes con la ingenuidad que con, pongamos por caso, un coro de cínicos resabiados, que diría aquél.

"La niña santa" me pareció una película soberbia, quizás la más estimulante que he visto en el cine argentino en años. "La ciénaga" la tengo ahí, pendiente... Y ésta también, la de "XXY".

Deberías prodigarte más.

Un abrazo.

el_fuego_fatuo dijo...

A mí 'La ciénaga' me pareció incluso más radical que 'La niña santa', aunque creo que me gustan por igual. El tono opresivo y asfixiante está llevado al límite, y Martel explota de forma brillante algo que creo que se dio en llamar "siesta narrativa", jeje. En cualquier caso, me parece un debut lleno de riesgo y talento. Por otro lado, creo recordar que fue Irene la primera persona que me habló de esta peli. En mi versión de los hechos, la habría visto en París, con comentario de la directora incluido..

Otro abrazo pa tí!